-¿En serio?- pregunté con mucha emoción, aunque de repente, vi algo que me hizo sentir como si desfalleciera en medio de la nada y a pesar de perder mis sentidos me sentía frustrada por el miedo a perder lo que tanto me había hecho feliz.
-Un sueño… un sueño- me repetí a mí misma mientras terminaba de abrir mis ojos.
No recordaba con exactitud que había soñado, lo único que podía decir era que había visto los ojos negros más profundos y hermosos. Pero en fin, mi sueño terminó y tenía que levantarme, darme un baño y bajar a desayunar con mi familia, que aunque ellos no comían me acompañaban mientras tanto.
Cuando iba bajando las escaleras no me sentía completamente triste, pero estaba segura que mi padre notaría, gracias a sus habilidades para leer la mente, que ese sueño me dejó entre fascinada y frustrada.
-Bonjour, Nessie- dijo mi padre cuando me vio entrar en la cocina, me encantaba que me hablará en francés, era mi lengua favorita.
-Buenos días, papá- dije con una pequeña sonrisa en el rostro.
-¿Pasa algo, linda?- preguntó mi madre de repente.
-No en realidad.
-¿Estás segura? Te noto algo…
-Estoy bien, mamá- respondí tranquilamente antes de que terminará la frase.
-¿Lista para ir a Port Angeles?-preguntó Alice con entusiasmo desde el otro lado de la cocina; el día anterior había quedado de ir de compras con ella y Rosalie.
-Claro -respondí
-Termina de desayunar, Rose y yo te esperamos en el auto de tu padre.
-No piensas ir sin mí ¿verdad?-dijo alguien mientras se escuchaban sus pasos entrando a la casa.
-¡Jacob!- grité, el único que podría hacerme olvidar todo era Jacob, mi Jacob.
-Buenos días… Hola Ness, ¿qué hay?-saludó guiñándome un ojo.
-Hola… todo bien ¿y Tú?
-En cuatro patas como siempre- rió ligeramente mientras me daba un beso en la mejilla.
-¡Oh! Genial, ahora tendremos que cuidar a la mascota también.- se quejó Rosalie que se encontraba en la puerta de la cocina.
-¡Ay! no te preocupes, juro que te pondré una linda correa para que no te pierdas.-respondió Jacob con una sonrisa radiante, la sonrisa que tanto me gustaba.
-Ya dejen de pelear, entonces ¿vienes, Jake?- pregunté muy entusiasmada.
-Si Alice está de acuerdo, claro.
-Pues… mientras no te quejes…-contestó Alice con un gesto muy delicado.
-¡Genial!- dije con una gran sonrisa que sólo Jake me hacía mostrar.
-Pues entonces ¿qué esperamos?-dijo Jacob
Rosalie, Alice, Jake y yo subimos al glamoroso convertible rojo de mi tía, ya que el gran tamaño de Jake ponía en peligro el techo del hermoso Volvo de mi padre. Rose y Alice se fueron en los asientos delanteros, Jake iba conmigo atrás, me sentía tan aliviada junto a él, tan protegida y tranquila.
Durante el camino a Port Angeles, que no fue muy largo gracias a la velocidad del convertible, iba platicando con Jacob, después de todo hacia días que no lo veía. Le pregunte cómo estaba su familia, cómo iba todo con su pequeña manada, y otras preguntas sobre Sue Clearwater y mi abuelo Charlie. Jacob parecía muy feliz de estar aquí conmigo, o tal vez era lo que yo quería creer.
A pesar de que sabía que él estaba improntado de mí, muy dentro no dudaba ni por un segundo que él no había dejado de querer a mi mamá. Jake la seguía amando, seguía enamorado de ella. Yo estaba segura, no me cabía duda que él estaba aquí en parte por mí, pero la mayor parte era por mi madre.
No podía ponerme celosa de mi mamá, después de todo ella era hermosa, buena persona y, la mujer que me dio la vida cuando la mayoría me quería destruirme.
Yo amaba a Jacob más que a nadie, añoraba con formar una familia con él… las ilusiones y el recuerdo de mi madre me hicieron estremecer, y obviamente él lo notó…
-¿Qué te sucede?- me preguntó con algo de frustración en sus ojos.
-Nada, es que recordé algo que no me agrada… pero no significa nada- le respondí tratando de sonreírle.
-¡Llegamos! Bajen y espérenme aquí, regreso en un momento- nos interrumpió Rosalie
Bajamos del auto y mientras que Alice le decía a Jacob cómo comportarse, volvió a mi mente el sueño que había tenido durante la noche anterior, gracias a la presencia de Jake, lo recordaba todo: Jacob y yo, nadie más, sólo sus ojos fijos en los míos, me besó y me dijo que me amaba más que a nadie en el mundo, todo era grandioso, hermoso, fantástico, hasta que llegó mi mamá.
Me sentí sin aliento al recordar cómo terminó mi sueño: Me sentía desfallecer al ver a mi mamá besando a Jacob; una de las personas que más amaba me estaba arrebatando al amor de mi vida.
-¿Segura qué no tienes nada?- me preguntó Jake interrumpiendo mis pensamientos y tomando mi barbilla para que lo mirara a los ojos y no intentara mentirle. Nunca había sido una buena mentirosa y menos si él me miraba de tal forma.
-Bueno, es que… tuve un sueño… que me dejo pensativa…- le dije con la voz casi inaudible.
-Tal vez si me lo cuentas te sientas mejor- me dijo, con una pequeña pero tierna sonrisa.
Me quede callada, primero que nada porque me perdí en esos hermosos ojos negros, y claro, no podía decirle que estaba segura que él no me amaba como a mi madre, tampoco podía contarle que mi sueño era sobre ellos besándose y que eso me afectaba mucho.
Antes de que me pidiera una respuesta, llegó Rosalie salvándome de ese momento… de nuevo:
-Ya regresé, ¿están listos? Va a ser un largo día...-nos aseguró mientras hacía que Jake se apartará de mí con una mirada asesina; yo era como la hija que ella nunca pudo tener y me quería proteger, por eso se comportaba así con Jake, además de que no le agradaban los licántropos.
-Sí, vamos…-traté de mostrar una cara muy entusiasta.
Anduvimos de tienda en tienda, buscando ropa para toda la familia, y aunque a Rosalie no le parecía la idea, Alice también decidió cambiar un poco el “look” de Jacob. Me pedían opinión de vez en cuando, pero realmente estaba tan adentrada en mi mente que no sabía qué era lo que me preguntaban.
Después de un largo día de compras con las mujeres más exigentes de mi familia, por fin llegamos a casa, tenía un poco de hambre y Jacob también por lo que los dos fuimos a la cocina en silencio, aunque en este momento preferiría estar acompañada de mi padre leyéndome la mente, a estar sola con Jacob; no quería que tuviera una oportunidad más para preguntarme sobre ese sueño.
-Ya estamos aquí, después de un largo día… solos… ahora si me puedes decir ¿qué está pasando por esa hermosa cabecita que te tiene tan mal?- me preguntó mientras me servía un poco de jugo.
-Es que no creo que realmente quieras saber… es algo complicado y muy pero muy…- No pude completar la frase; cuando me ponía nerviosa a veces hablaba hasta demás, y cosas sin sentido y muy repetitivas; pero como él me conocía perfectamente bien tapo mi boca con su dedo y dijo…
-Sólo dime lo que te ocurre, no tienes porque ponerte nerviosa conmigo, recuerda que yo te quiero mucho y nada de lo que me digas podría cambiar mis sentimientos hacia a ti. Y si es un sueño, ¿por qué te tiene como lobo fuera de su manada?
Enrojecí, ¡tenía razón! lo que me frustraba era una realidad, no un sueño y no podía contárselo.
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1 comentarios:
es genial que escribas y muestres tus historias. La mayoria no lo hace por simple inseguridad. Sigue adelante!! y es muy bonita tu historia me gusto mucho :)
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